La Casa del Alfarero
Practicante
Como hormiguitas arrieras, como una sola familia, como un grupo de guerreros; así conviven, luchan y superan el día a día.
Vicios, drogas, trago, cárcel, guerra y muerte los rodean. Ellos, tratando de mantenerse firmes; sonrientes pero a la vez inertes.
“Levántame, ayúdame, con mis fuerzas no puedo”, “Se busca sin saber lo que persigue, sin nada que lo inspire”. Salsa, reggaeton, merengue, rap, hip-hop; lo que quieras escuchar, allí te lo ponen. Esta vez, lo oyes de una manera distinta, viene con mensajes no tan ocultos, frases que los alientan, los animan y los ayudan a vencer.
Eligieron estar aquí, un lugar que les da tranquilidad, les purifica el alma, el cuerpo, la sangre y les permite de nuevo soñar. Una vez robaron, fumaron, se drogaron, se embriagaron y hasta mataron. Esta vez tienen sed de venganza, una venganza que renueva. Vengarse de la vida pasada, enfrentarla con valentía, corazón y Biblia en mano. No pensaron que lo lograrían, pero aquí están; entre rivalidades, riñas y deseos, sobreviven.
Aunque con cicatrices de cuchillo, navaja, “pachas”, fierros, todos se ven iguales. Solo se miran como hijos de un ser supremo que los ayuda a enfrentar y perdonar sus cargas. Arrepentidos de una vida sucia, llena de basura material que los impulsó un día a obrar mal.
Un día cualquiera te vieron llegar, extendieron su mano sin pensar. Te ofrecen lo mejor que cada uno puede dar. Te sonríen, te comparten sus historias de vida y todo, con una inmensa sinceridad. Están tranquilos, están arrepentidos, pero lo difícil es durar. Permanecer limpio en un mundo lleno de maldad.