Cumbre para la alianza de los movimientos juveniles
El propósito consistía en reconocer el grado de realidad que poseen esos movimientos del siglo XXI, aprovechar y sintetizar sus prácticas óptimas, y lograr que consientan en formar parte de una asociación permanente, dirigida a difundir sus prácticas óptimas a los mo
vimientos de carácter más tradicional. Igual que las embajadas dialogan con las asociaciones tradicionales mediante visitas personales, el primer diálogo con la AYM y su pri
mera evaluación tuvieron lugar por medios digitales. Al concluir la cumbre de diciembre del año pasado, los socios interesados anunciaron la formación de una nueva entidad conforme a la sección 501c3, la cual serviría como mecanismo para dialogar con los movimientos del siglo XXI y para convocarlos y enlazarlos.
La Alianza de Movimientos Juveniles se propone servir tanto a los movimientos del siglo XXI como a los del XX. A los primeros procurará capacitarlos en materia de activismo, y a los segundos, con respecto a las tecnologías integradoras. La Alianza está todavía en sus comienzos; sus di
rigentes provienen del sector privado, las organizaciones no gubernamentales (ONG), las fundaciones y algunos de los movimientos digitales de más éxito de todo el mundo. La AYM es como un tercero que capacita a los dirigentes a efectuar cambios en el mundo por medio de los instrumentos del siglo XXI, con el fin de salvaguardar los derechos humanos, prom
over la buena administración y potenciar la sociedad civil mediante la formación de vínculos entre las personas. Es un instrumento para convocar y reunir los movimientos del siglo XXI, sintetizar sus prácticas óptimas, asistir a sus esfuerzos por efectuar cambios mundiales auténticos, y aprovechar sus conocimientos técnicos para ayudar a las asociaciones de carácter más tradicional.
De lo virtual a lo real
En el último año ha aparecido en la escena mundial una serie de casi desconocidos, generalmente jóvenes dominan las técnicas más recientes y que han hecho cosas asombrosas. Han causado grandes transformaciones en el mundo real en países como Colombia, Irán y Moldova, valiéndose de esas técnicas para mover a la juventud. Y esto ha sido sólo el comienzo.
Doce millones de personas han desfilado por las calles de Colombia para manifestarse contra las FARC, con lo cual han provocado un cambio radical de la opinión pública. Estas manifestaciones las organizó en un mes un ingeniero desempleado, valiéndose de su com
putadora. Las concentraciones de Irán son sólo el ejemplo más reciente del uso de la tecnología moderna para estimular y catalizar las protestas de las masas contra un régimen dictatorial.
No siempre sabemos cómo se llaman, pero conocemos sus apodos en twitter, sus perfiles en Face Book, sus videos en YouTube. Lo que tiene aún más peso es que notamos su impacto. Las personas que han generado estos movimientos del siglo XXI rara vez se dan cuenta de la magnitud de su influencia ni del efecto sobre el mundo real de algo que han empezado por computadora o teléfono celular. Estos movimientos del siglo XXI constituyen el porvenir de la sociedad civil pero todavía no se dispone de mecanismos para ayudar, capacitar y potenciar a estos dirigentes que en lugar de oficinas tienen direcciones electrónicas. Tampoco existe una entidad que capacite a las asociaciones y los movimientos ya conocidos de
l siglo XX en el uso eficaz de los instrumentos y medios del siglo XXI para el logro de sus objetivos.
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